Me Gusta Mi Café Caliente y Frío

By Raul Rivera

Me encanta el café caliente, y también me encanta el café frío. Pero si dejas que cualquiera de los dos se quede sin consumir demasiado tiempo, ya no está ni caliente ni frío—y es terrible. En Apocalipsis 3:16, Jesús usa esta idea para hacer una declaración poderosa: "Así que, porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca" (NVI). Como pastores, este mensaje debería resonar profundamente en nosotros, porque destaca uno de los mayores peligros en el ministerio—volverse tibio.

El Contexto de Laodicea

En el libro de Apocalipsis, Jesús se dirige a la iglesia en Laodicea, una ciudad rica e influyente, conocida por su ungüento para los ojos, un producto hecho en las colinas que rodeaban la ciudad. La producción de este ungüento requería tanto agua caliente como fría, pero Laodicea no tenía una fuente inmediata de ninguna. Para resolver esto, la ciudad construyó un sistema de tuberías para traer agua caliente desde Hierápolis y agua fría desde Colosas. Sin embargo, para cuando el agua llegaba a Laodicea, había perdido su calor y frescura, volviéndose tibia—inútil para el propósito para el que se había destinado.

El mensaje de Jesús a los laodicenses no se trataba solo de su suministro de agua; era una metáfora de su condición espiritual. Así como el agua tibia era ineficaz, ellos también lo eran en su fe. Estaban cómodos, autosuficientes y complacientes, pensando que su riqueza y éxito significaban que no necesitaban nada más. Pero Jesús los reprendió, instándolos a despertar de su complacencia espiritual.

El Peligro de un Ministerio Tibio

Como pastores, es fácil caer en la misma trampa. Con el tiempo, las exigencias del ministerio pueden desgastarnos, y lo que una vez fue una vocación apasionada puede convertirse lentamente en rutina. Cuando eso sucede, corremos el riesgo de volvernos como el agua tibia de Laodicea—ni calientes ni fríos, simplemente cumpliendo con las tareas sin tener un verdadero impacto.

Un ministerio tibio es un lugar peligroso para estar. Carece de pasión, urgencia y propósito. Es cómodo, pero la comodidad no es lo que Dios nos llama a tener. Dios no quiere que seamos pasivos o a medias. Nos llama a ser o "calientes"—llenos de entusiasmo, fervor y compromiso—o "fríos"—refrescantes, restauradores y enfocados en satisfacer las necesidades de los demás. En ambos casos, somos útiles para el reino.

El Llamado a Ser Útiles

El mensaje de Dios a la iglesia en Laodicea, y a nosotros, es claro: Sé útil. Ya sea que estemos llamados a predicar, aconsejar, liderar o servir en cualquier capacidad, debemos hacerlo con todo nuestro corazón, dando lo mejor al Señor. Pablo repite este sentimiento en Colosenses 3:23 cuando dice: "Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo."

Entonces, ¿qué significa ser útil en el ministerio? Significa que estamos buscando constantemente la dirección de Dios, manteniéndonos apasionados por nuestra vocación y trabajando diligentemente para avanzar Su reino. Se trata de ser intencionales en nuestro liderazgo, construir relaciones con aquellos a quienes servimos y guiar a nuestras congregaciones con propósito. Significa que no estamos contentos con el statu quo, sino que siempre estamos esforzándonos por crecer, mejorar y hacer un mayor impacto.

Conclusión: Completamente Comprometidos

Como pastores, nuestro llamado es ser útiles para el reino de Dios, ya sea a través de la predicación, la enseñanza o el servicio. Dios no nos llama a ser perfectos, pero sí nos llama a ser efectivos. Cuando dejamos que nuestra pasión por el Señor impulse nuestro trabajo, no solo estamos cumpliendo con nuestros deberes—estamos transformando vidas y avanzando Su reino.

Comprometámonos hoy a evitar la trampa de volvernos tibios. En lugar de eso, seamos o calientes o fríos, completamente comprometidos y completamente útiles para el Señor.


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