Él casi predicó el Evangelio

By Raul Rivera

Era la una y diez de la tarde del domingo cuando el último feligrés finalmente salió de la iglesia. El Obispo Jones estaba sentado en el santuario de la iglesia preguntándose cómo había llegado a este punto en su ministerio. Superficialmente, todo lo relacionado con su iglesia y ministerio parecía perfecto. La iglesia había iniciado hacía casi 12 años en un suburbio a treinta minutos del noreste de Memphis, y había alcanzado una asistencia promedio de 600 personas. Con el fin de celebrar el décimo aniversario de la iglesia, habían podido comprar un edificio para la iglesia en un terreno, con planes para crecer y expandirse en el futuro. Incluso el servicio de la mañana de ese domingo en particular había transcurrido sin dificultades. La alabanza y adoración fueron geniales, no hubo fallas técnicas, incluso algunos feligreses se acercaron al Obispo Jones después del servicio para decirle que habían disfrutado mucho de su sermón esa mañana. No obstante, esa tarde el Obispo Jones estaba sentado en silencio ante Dios sintiendo como si le hubiera vuelto a fallar, sintiendo como si hubiera comprometido su sermón por centésima vez, sintiendo como si casi hubiera predicado el evangelio. El conflicto de intereses semanal El Obispo Jones tiene un corazón que arde brillante con la pasión de ver la potestad del Reino de Dios. Su plegaria y deseo es ver que el renacimiento no solo llegue a su iglesia, sino que también a su comunidad y país. Sin embargo, en este domingo en particular, el Obispo Jones se acercó al púlpito con dos sermones. El primer sermón era uno que sintió que Dios le había dedicado específicamente a él, ya que hablaba de la pureza de corazón y la rectitud de uno mismo ante Dios. El otro sermón, el que consideraba su sermón “de respaldo” y que ya había predicado varias veces como ministro, hablaba del amor de Dios. A pesar de que sentía en su corazón que iba a hablar de la pureza del corazón y de la rectitud de uno mismo ante Dios, en su interior tenía lugar un dilema interno. La hipoteca se había vencido esa semana. El Obispo Jones se preguntaba si la hipoteca que habían contratado era demasiado elevada. Por otra parte, también debía la nómina, y su modesto salario no era el único. También tenía que compensar al ministro de adoración, al ministro de jóvenes y al ministro de niños. El Obispo se sentía personalmente responsable de mantener a su propia familia, pero también se sentía responsable de la familia de los miembros de su personal. A pesar de que a la iglesia le estaba yendo muy bien, los diezmos y las ofrendas de las últimas semanas apenas habían alcanzado para cubrir todos los gastos nuevos y necesarios. Saber que la iglesia necesitaba recibir diezmos y ofrendas “buenos” esa mañana, y saber que su sermón sobre la pureza de corazón y la rectitud de uno ante Dios no se adaptaría bien con el principal donante de la iglesia, el Obispo Jones se sentía en conflicto mientras se aproximaba al púlpito. Cuando el Obispo Jones se situó en el púlpito para dirigirse a su iglesia, sus ojos recorrieron a la audiencia y notó que su principal donante estaba presente en el servicio de esa mañana, por lo que comenzó su introducción: “El sermón de esta mañana es sobre... el amor de Dios.” Hmmmm . . . . . el Obispo Jones sabía que se había comprometido una vez más. Era como si hubiera razonado consigo mismo, “Es mejor que un hombre se pierda, a que la iglesia se declare en bancarrota.” Esto es lo que yo llamo el conflicto de intereses semanal del ministro. Dios tiene algo más para usted Mientras viajo por el país hablando en nuestras Conferencias de Estructura Primordial para Iglesias, tengo el honor y privilegio de hablar con cientos de ministros. Con demasiada frecuencia los ministros me platican historias similares a la del Obispo Jones. Yo mismo he estado en situaciones comparables durante los años en los que me dediqué al ministerio de tiempo completo. Sin embargo, yo sé, y usted sabe en el fondo de su corazón, que esto no forma parte del plan que Dios tiene para su ministerio. Por lo tanto, quiero usar esta entrada del blog para tratar 3 de los motivos más comunes por los que los ministros pueden experimentar el “conflicto de intereses semanal” y cómo puede hacer frente a dichas situaciones. Abordando el conflicto En mi experiencia como pastor y por los cientos de conversaciones que tuve con ministros en todo el país, creo que existen 3 motivos principales por los que los ministros comprometen la predicación del evangelio. Trataremos estos 3 motivos, así como las soluciones que le ayudarán a caminar por su llamado con mayor plenitud. 1. Responsabilidades financieras No es raro escuchar que se predique desde el púlpito que el amor al dinero es la raíz de todos los males (1 Timoteo 6:10). Sin embargo, desde ese mismo púlpito, creo que la falta de dinero es la raíz del evangelio comprometido. Honestamente, puedo decir “que he pasado por lo mismo”. Sé lo que es preocuparse por si la iglesia podrá o no cubrir todas las facturas del mes. He experimentado esas noches de insomnio, preguntándome si podremos cubrir la nómina de la semana entrante. Entiendo lo que es saber que si predico un mensaje, y este no va acorde con el principal donante de mi iglesia, se podría ver afectada su donación de la semana. No es divertido. Sin embargo, también sé que esta no es la voluntad de Dios. No es parte de su plan que nos preocupemos y estresemos, más bien debemos confiar en Él como Jehová Jireh, nuestro proveedor. Servimos a un Dios infinito que es todopoderoso y soberano. Creo firmemente que Dios cumple las promesas de Su Palabra y que Él proveerá lo necesario para todas nuestras necesidades. Sin embargo, también creo que Dios espera que utilicemos los recursos y estrategias que tenemos a nuestra disposición para ver la potestad de Su Reino. Una de las estrategias que las iglesias actuales tienen a su disposición es la filial con fines de lucro. Una filial con fines de lucro es una empresa propiedad del ministerio que se establece explícitamente para hacer negocios y para hacer que el dinero libre de impuestos de la iglesia se pague en la forma de donaciones y dividendos. La filial con fines de lucro existe como una empresa con fines de lucro habitual tal como se describe en la sección 502 del Código de Impuestos Internos. Esta empresa puede participar en cualquier actividad legal y estar abierta al público en general. Debido a que la iglesia es dueña de la empresa con fines de lucro, la iglesia a su vez recibe un ingreso libre de impuestos de parte de la empresa, eliminando así la necesidad de que la iglesia dependa exclusivamente de los diezmos y ofrendas. (Para obtener mayor información sobre una filial con fines de lucro, vea nuestra página "Brazos Lucrativos”). A continuación revisemos el segundo motivo por el que los ministros pueden comprometer la predicación del evangelio. 2. Seguridad laboral En el clima económico actual, una de las características más importantes que las personas valoran en un trabajo es la seguridad laboral. Este sentimiento también aplica a los ministros. Una parte natural de lo que somos como seres humanos es proveer a nuestras familias. Queremos poner comida en nuestras mesas, un techo sobre la cabeza de nuestra familia y que lleven ropa puesta. Sin embargo, muchos ministros luchan con la dicotomía de predicar el evangelio y proveer a sus familias sobre una base regular. Déjeme explicarlo. A menudo, los ministros obtienen una posición de pastoreo en una iglesia que ha existido durante varios años, si no es que décadas. En muchos casos, la junta directiva inicial que estaba cuando la iglesia comenzó sigue en funciones 20 años después. Ahora bien, este grupo de personas siempre ha tenido en mente el mejor interés para la iglesia. Sin embargo, la mayoría de las veces, esta junta también posee plena capacidad para contratar y despedir. Para muchos pastores, esto puede ser fuente de un gran estrés, ya que saben que si a la junta no le gusta lo que están predicando o cómo lo están predicando, su seguridad laboral puede ponerse en riesgo. Creo firmemente que es necesario que los pastores sean responsables de sus acciones; sin embargo, también creo que es necesario proteger a los pastores para que no sean removidos injustamente. Para ayudar a cumplir estas dos necesidades, creo que cada pastor debe tener una junta de asesoría a la cual le puedan rendir cuentas. La junta de asesores es una junta independiente, fuera de la organización. Esta debe de constar de por lo menos 3 individuos que no 1) estén relacionados entre sí, 2) estén relacionados con el pastor, o 3) sean miembros de la iglesia. Esta junta no tiene la autoridad de reunirse por su cuenta bajo ninguna circunstancia. Esta junta solo tiene un fin: escuchar cualquier acusación que le sea llevada mediante el voto unánime de la junta directiva de la iglesia. Por último, revisemos el tercer motivo por el que los ministros comprometen la predicación del evangelio. 3. El temor al hombre Actualmente, vivimos en una sociedad y cultura en la que resulta ofensivo hablar del Evangelio de Jesucristo, incluso en el amor. Desafortunadamente, esta manera de pensar ha penetrado en la iglesia. Debido a esto, muchos de los sermones que se dan los domingos por la mañana en todo el país son versiones diluidas del evangelio. Recientemente, mientras visitaba una iglesia cerca de mi casa, experimenté esto de primera mano. Durante mis dos visitas a esta iglesia, hubo momentos durante los sermones en los que sentí que el ministro estuvo a punto de predicar el evangelio, pero se detuvo justo antes de hacerlo. Con esto no quiero decir que el servicio de la iglesia fuera malo o que el ministro no fuera un hombre de Dios, sin embargo, por alguna razón percibí un cierto nivel de miedo que no le permitía profundizar. Parecía que le temía a la reacción que tendría predicar un mensaje que era contrario a la corriente del mundo. Al final, el alimento que mi alma buscaba, fue una versión diluida de aquello que en verdad necesitaba. A medida que nuestra sociedad se vuelve menos tolerante con el evangelio, y a medida que nuestro entorno legislativo se vuelve más hostil con la iglesia, preste atención a este pequeño consejo: témale más a Dios que al hombre. Como dijo el salmista, “Tu eres mi defensor y protector. Tú eres mi Dios; en Ti confío.” (Salmo 91:2) La cabeza y no la cola Mientras el Obispo Jones estaba sentado aquel domingo por la tarde pidiéndole respuestas a Dios, comenzaron a brotar lágrimas de sus ojos. Fue en ese momento de reflexión cuando escuchó la voz suave y apacible de Dios diciéndole que él era la cabeza y no la cola. Mientras estaba sentado en la dulce y misericordiosa presencia de Dios, el Obispo Jones le prometió a Dios que nunca más volvería a comprometer el Evangelio de Jesucristo. Hoy día muchos pastores se encuentran en situaciones similares a las del Obispo Jones. Tal vez se sienta identificado, o quizás usted conozca a alguien que pueda identificarse. Me gustaría invitarle, y a cualquier otra persona que usted conozca que pudiera beneficiarse, a una de nuestras Conferencias de Estructura Primordial para Iglesias. Durante esta conferencia, usted se sentirá renovado, rejuvenecido y armado con herramientas estratégicas, para que nunca más vuelva a sentir que ha comprometido el evangelio. Si le gustaría compartir su situación con uno de nuestros especialistas, también se puede comunicar a nuestra oficina al (678) 830-2600.

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